DIAGRAMA DEL ADIÓS
(Alfredo Millan @millanfoto)
La mente no admite el adiós. ¿Cómo transita el dolor ante la pérdida? La idea rechazada rehúsa limpiar el «vaho existencial», sin embargo, el vacío estrujante comprime el pecho, invade al ser que no puede con ello. Sentir que la vida se va. La rapidez del tiempo no permitió pensar en la pausa para poder decir lo que había que decir. Ahora solo el temor ante la frágil fragilidad del olvido… Olvidar los detalles del rostro, las manos delicadas, el cabello platinado. «En algunos casos, ya no hay fuerza para seguir cargando cuerpos», empero el tuyo se cargaría hasta el confín estelar.
¿Dónde se alberga un poco de ti? ¿Cuánto tiempo precisa comprender? Quizás, para el perdón. Se necesita más que nunca el abrazo… El abrazo que en otro tiempo llenaba y permitía avanzar. Una pieza irrumpe el dolor a través de la kinestesia corporal. El roce suave tranquiliza a la bestia, al horror posible.
El sufrimiento, el dolor, la desesperanza, la incomprensión, la barbarie…, ¿Quién eres? ¿Para qué estás aquí? ¿Por qué haces lo que haces? Ya no hay motivo para seguir, sólo para la supervivencia en la espera de ese último “Tic-Tac”.
–Abrazos imaginados entre el olvido y la luz–
La fluidez del movimiento expresa la lucha íntima ante la inevitabilidad de la pérdida. Los cuerpos se tuercen en una cadencia melancólica, evocando un abrazo faltante. La coreografía captura la fragilidad del instante, la fugacidad de cada encuentro. La iluminación es esquiva, como negándose a revelar por completo la escena. Los bailarines se sumergen en penumbra y emergen brevemente hacia la luz, imitando el vaivén de la memoria.
Destellos fugaces evocan momentos robados al olvido. La obra en su conjunto transmite la paradoja de la relación humana: anhelamos conexión pero tememos el desapego inevitable. Resuenan en escena la nostalgia, la tristeza, el amor truncado. Sin embargo, subyace también la celebración de lo compartido, la redención del recuerdo.
Apreciamos profundamente a quienes tocaron nuestras vidas. Aunque ya no estén, su impronta perdura, integrada en nosotros. Su luz se filtra a través de nuestros poros, guiándonos incluso en la oscuridad.
DIAGRAMA DEL ADIÓS. Dirección y coreografía: Sara Montero. Intérpretes: Ana Paula Oropeza. Diego Martínez Villa y Héctor Ollin. Música: Phil Von /original (grabada). Diseño de iluminación y fotografía: Héctor Lara. Vestuario: Valeria Montero.





