Por Alfredo Millan
@millanfoto
–Teatro de objetos documentales–. Son las propias biografías e historias en la lejanía, son los lugares que viven la imagen y de memorias reales a través de la unificación de los objetos como protagonistas donde se combina un trabajo de etnografía con el teatro, dos historias que se cruzan, que citan los momentos más emblemáticos en el imaginario turístico plasmado en un documental subjetivo a partir de una máquina fantástica elaborada minuciosamente con procesos meramente analógicos a través de los objetos encontrados en esos lugares para hablar de la melancolía en un estado de cuestionamiento, de las reflexiones críticas del que quiere ser viajero: “Intentamos ser viajeros pero nos llamaron turistas”.
El viajero no busca una experiencia de eso auténtico como lo vende la industria […], es la persona que no cae en el mercado de reconstruir el simulacro de un lugar o sus tradiciones, el viajero busca el contacto real con las personas, con los lugares que están fuera de estos circuitos económicos y que intentan figurar los espacios como algo representativo. ¿Qué imágenes sueñan nuestro cansancio? ¿Qué imágenes están condicionadas? El ser viajero es la deconstrucción de éste tipo de realidades con cuestionamientos reales y de la fuga de esas rutas; es la construcción de ésta figura a través de los lugares y una máquina expuesta que acompaña –un Frankenstein– de pequeñas imágenes, con un proceso completamente analógico en el rescate de la parte artesanal con historias susurrantes y con una reminiscencia al pasado, a la infancia, a pesar de que es una pieza para adultos, porque toca en una dimensión especial a las personas, de dos historias de vidas entrelazadas; en la fascinación por la pequeña escala.
La gran ciencia de la oscuridad y la luz –un aparato óptico– la máquina de los pensamientos, la linterna mágica constituida por un ensamblaje de diferentes proyectores de diapositivas motorizados para la exploración de las posibilidades y así conjugar textos, dibujos, fotografías; una narrativa en diferentes rítmicas con gamas de luces. Un pequeño «teatro-cinito» para contar historias particulares y con una sensación de cercanía, en lo íntimo, solo para viajeros.
Es lo analógico en un sentido de evidenciar el tiempo y espacio, incluso para la reacción, de estos artefactos de definición como un factor fundamental de la pieza: el tiempo para la diapositiva, el tiempo para el flash, el desgaste […], en una temporalidad de los objetos que permite ver en comparación, por ejemplo, con la era digital escurridiza que ciega, luego entonces, es permanecer en lo analógico para darle protagonismo al tiempo y el efecto que causa que es el engranaje fundamental del teatro de objeto como género: “el tiempo de los objetos, no es el mismo tiempo, al de los humanos”. Es otro tiempo de atención y percepción.
JUGUETES VIVOS
¿Cuántas veces somos captados por una imagen y de qué forma? Dos latitudes, dos historias. Mundos fantásticos a través de imágenes flotantes […], ¿dónde se junta para mirar? ¿En qué momento desaparecerá la imagen de la memoria? ¿Qué dice una postal cubierta de polvo? Los rostros, las sonrisas, el ímpetu…, es el instante mismo que pide de vuelva la dignidad de una época gloriosa. Rentar una fantasía o robar el alma y ser retratada de mil formas representa al fin y al cabo la lucha que queda registrada en una revisión del pasado para que no muera, el recuerdo del instante, es el regreso al acto consciente. Ahora, solo los vestigios, espacios fríos que hablan de la historia de un hombre y de una mujer –héroes– que su reminiscencia quede como testigo y registro para que las historias de vidas anónimas no queden en el olvido, para que puedan reclamar su territorio secuestrado por cualquier tipo de violencia por esa maquinaria imperialista llena de soledad, también, que un día se pueda pasear por las calles de México…, sin miedo.”
Un pequeño «teatro-cinito» tan lleno de vida…, una que aparece y desaparece en un instante en el juego de las ensoñaciones. La melancolía del turista es onírica, poética y mágica.
Teatro de objetos documentales: Oligor y Microscopía (México-España). Creación e interpretación: Shaday Larios y Jomi Oligor. Colaboración poética: Ángel Hernández. Colaboración inventiva: Ivan Puig y Jordi Fondevilla. Colaboración musical y sonora: Suetszu & Jayrope. Dibujos: Pepe Oligor.