Por Alfredo Millan
@millanfoto
Fábulas para dormir antes de la revolución
–¡¿Los pobres ricos ante los ricos pobres?!–. Dice Aristóteles: “el ser humano es un ser social por naturaleza”. Y el insocial, ¿cuál es su significado?, ¿qué lugar ocupa? Sobre todo aquellos individuos de situación de calle. El ser social tiene la obligación per se de relacionarse de forma natural con su semejante para la continuidad de la especie humana; es el apuro de la persona para sobrevivir pero no en una hegemonía política-social y mucho menos dentro de un sistema con una ideología dogmática u ortodoxa opresiva que provoca el poder financiero o religioso. Al hacerlo, es la sociedad, causante de todas las calamidades increíblemente capaces de hacer ante el llamado “hombre del futuro” –a su semejante, a su entorno y a sí mismo–: en un proceso de sociabilización totalmente fracturada de las relaciones intraespecíficas.
|El teatro denuncia | La ética por encima de la crítica social.
Los oprimidos y la conciencia de la clase social en una representación teatral que no cae en el panfleto o en la doctrina aleccionadora; lleva al escenario dos verdades a pelo, sin ficción, que son experiencias de situación de calle que hablan de ellos y por ellos –sus vivencias…, sus tragedias–.
Es el tecnocratismo burgués, –con su café Kopi luwak o para no perder la tradición el Starbucks mañanero–; que mira desde su balcón a la inmundicia humana, con gran indiferencia, al “pinche pobre” que está abajo postrado en cada esquina. Son las muecas que se tuercen de los que están arriba en las grandes edificaciones: es el empoderamiento de la ignorancia y la estupidez.
La compañía –todos los nombres teatro–, convierte el momento trágico de la clase social en humor negro y provoca las risas nerviosas sin fundamento. Es una narraturgia de verdades absolutas que nos dice cómo se oxida la sociedad. Una exposición a la falta de conciencia ante las clases sociales que resume al opresor y al oprimido: el rico y el pobre.
La clase media que observa insoluta sobajada en la utopía de su propia creencia que puede llegar a ser como los de arriba y que sólo es llevada al lumpen; esa misma que estigmatiza al oprimido, al de situación de calle con su racismo y clasismo pero sobre todo con su aporofobia (el rechazo al pobre). ¿Cuántos de ellos/as están por decisión propia? Por querer escapar de un sistema opresor –aún así– serán señalados como los inhumanos, como los delincuentes; es el sistema, el modelo económico, el creador de los villanos, y no la pobreza.
La estética.
Una escenografía con una escalera fría que nos lleva a las ilusiones perdidas con el pensamiento de la aspiración y así lograr querer ser. Son ilusiones centrifugadas por la gran maquinaria del sistema que te vende en una bolsa inyectada sellada con aire y pocas papas fritas. Construcción asume la tesis ante la conciencia de que el discurso político debe ser: –vamos acabar con la riqueza y no con la pobreza–. Que la clase media debe reflexionar que está, más cerca de ser gente de situación de calle, que más cerca de la riqueza: los pobres pueden vivir sin los ricos –pero– los ricos no pueden vivir sin los pobres. Personajes típicos de una sociedad mexicana que se narran a manera de fábula y que no caen en proselitismos o datos duros para llenar los espacios como el ejemplo de aquellas dramaturgias fallidas. Coloca el mensaje a través del humor catártico para liberarse de la tensión, generar la reflexión ante las situaciones terriblemente crueles de una sumisión e indiferencia brutal.
Una dramaturgia que rompe con la solemnidad y lo tradicional en el problema ético y moral que representa reírse de una tragedia propia y de la metáfora fársica que cuenta la versión: del pobre rico como buenas personas […] que sólo quiere estar lo más lejos posible del “pinche pobre” ante las oportunidades que no son para ellos – además– es la ironía de un México que es considerado a nivel internacional como uno de los países más alegres.
Construcción es una puesta escénica con una dramaturgia sólida y expansible bien lograda que nos presenta el fenómeno de las clases sociales con las diferentes temáticas que provoca el modelo neoliberal, de una economía global que se cae a pedazos que intercede las historias trágicas en vida, que se lleva entre sus manos. La dirección explora con ideas escénicas diferentes y frescas; vista desde una visión de una generación llamada los millennials que aceptan los retos y la gran responsabilidad de lo que representan para las generaciones futuras en la continuidad de la lucha y resistencia.
La puesta escénica Construcción con la temática respecto a la gente de situación de calle: surge del primer festival de creación hormiga del centro cultural El Hormiguero. Cinco compañías teatrales y cinco grupos vulnerables dentro de la alcaldía de Benito Juárez, CDMX.
Un trabajo escénico que vale la pena su continuidad para no olvidar en qué posición social estamos y en las profundas reflexiones de lo que podemos hacer a partir de los hechos. La revolución de las ideas –esas– las visionarias en beneficio de los desprotegidos, de los necesitados y por las causas justas a favor de una salud mental de la humanidad.
Puesta escénica: Construcción/Fábulas para dormir antes de la revolución. Dramaturgia: Ana Banderas/Vera Rivas. Dirección: Vera Rivas/Carlos Patrick Casanova.