Por Alfredo Millan
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Es una narrativa filosófica, política y social ante la espontaneidad de la pregunta que nace ante las acciones acometidas provocadas por el ser humano que atañe a la desconfiguración de las estructuras sociales impuestas y no naturales; es la auscultación que va más allá de los hechos ante las preguntas flotantes: ¿se puede [“ser”] después de las acciones perpetradas? El sistema y sus múltiples formas de adoptar las relaciones con los individuos ha fallado considerablemente al polarizar y diferenciar: la familia, la religión, la educación…, el Estado. ¿Quién cuenta la historia? Ante la pregunta la respuesta puede ser clara o confusa, compleja, diversa para ocultar la verdad que salvaguarda los intereses de un sistema económico incluyendo todos sus pecados. ¿Cuál es la versión de las minorías? ¿Por qué la urgencia de desaparecer sus nombres? ¿Por qué las guerras? ¿Quién provee las armas?
Es la economía y la política que afecta directamente la vida del ser social, la víctima está sujeta siendo objeto de una violencia normalizada […], escudriñar en comprender los números, las causas; podría resultar asfixiante en una propuesta escénica, pero el teatro es político, luego entonces, el entretenimiento es político y la política es entretenimiento. En escena existe un plano estético-visual multidisciplinario que presenta la pieza y ahí, las historias son llevadas a la ficción o la ficción a la realidad. La poética narrativa visual quita peso a la losa de una post-democracia como estructura. “No hay arte que no sea política” y el arte puede tocar esas partes sensibles que están ocultas de una sociedad taladrada que calla, es darle dirección a sus delirios; el arte se vuelve una herramienta, un método de conducción. Hablar de lo que no se habla para convertirse en un acto político.
La puesta escénica es un manifiesto, una denuncia, de la ignominia de una economía distópica –que en una post-pandemia– ha tensado las relaciones diplomáticas ante el temor de la nueva guerra pero no de la desaparición del capitalismo. –Algo pasó–, nos lleva a pensar en el origen donde empezó todo y que está la fractura. ¿Cómo volver a empezar? Las acciones perpetradas en sus diferentes variaciones hacia la víctima es de una afectación inhumana porque le han quitado –”si sobrevives”– hablamos de la confianza, la tranquilidad y la mirada en los otros. Las desapariciones forzadas representan las puertas del infierno, 97 mil víctimas, un cálculo aproximado en México.
Un equipo creativo internacional que nos sumerge en un dispositivo espacial intercediendo la multimedia, el cine, la música y el vídeo en una composición integral cuyo elemento escénico es el archivo, cajas amontonadas empolvadas que ocultan las historias: ¿Quién decide borrar o incluir un archivo? Es desaparecer para quedar en una estadística. ¿Dónde queda la voz de los desaparecidos? ¿Por qué es tan fácil olvidar? Ante la tragedia, el horror y la incomprensión las fronteras deben diluirse ya que todos somos iguales.
Texto y dirección: Thomas Köck. Un proyecto de Bola de Carne, Thomas Köck, Anna Laner & Spechtl. Actúan: Bernardo Gamboa, Micaela Gramajo, Mateja Meded y Annina Walt. Una coproducción del Schauspiel Stuttgart con Cultura UNAM y Teatro UNAM, Theatre National du Luxembourg y el Goethe-Institut Mexiko. El proyecto fue cofinanciado por el Sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales (SACPC, México). Con el apoyo del Foro Cultural de la Embajada de Austria (México).
Texto y dirección: Thomas Köck. Codirección y producción de arte: Anna Laner. Escenografía, video e iluminación: Daniel Primo. Escenógrafo adjunto: Emilio Martínez Zurita. Vestuario: Laura Martínez Martínez. Música: Andreas Spechtl. Dramaturgista: Carolin Losch. Traducción: Claudia Cabrera. Producción general: Gabriela Escatel – Ilona Goyeneche. Asistente de escenografía: José Luis Mestizo Aguilera. Mujer grande video: Anna Neumann. Hombre joven video: Tadzio Neumann. Mujer joven video: Sayuri Navarro. Operadora de video: Karla Sánchez. Realizadora de vestuario: Belem Martínez.